Durante su vida útil, que equivale a una media de 100 ciclos, se realiza un mantenimiento para garantizar su máximo rendimiento. Sin embargo, cuando se rompen, los ERT se reparan o se someten a un proceso de granulado para luego emplearse en la creación de nuevos ERT, reduciendo la cantidad de plástico que acaba en nuestros océanos y en la naturaleza.
En comparación con los envases de un solo uso, los ERT de IFCO producen hasta un 60 % menos de CO2 y un 86 % menos de residuos sólidos; también consumen un 64 % menos de energía y un 80 % menos de agua. Además, reducen los daños al producto en más de un 96 %, lo que disminuye de forma considerable el desperdicio de alimentos.